domingo, 22 de abril de 2007

Oviedo oficiando misa en Cozumel


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Las cabezas ruedan por las escalinatas
Son de barro y de ónix y de carne y de hueso
Un caballo costó más de quinientos pesos
Son raros, muy preciados, caballos habaneros
Mitológicamente irrumpen en las playas
El caballo, ¡qué nombre tan señero, severo!
Un venado que asusta con cara de caballo
De una fisionomía mucho más robusta
En los ojos del bambi asesinado
Cuadrúpedo cruzado con carne de soldado
Indígenas traducen las palabras de Cristo
Que en lengua de quetzales es bramido del clero
Caballo picassiano de lo español siniestro
Ciego en la oscuridad mejicana del templo
Mientras la espada rota empuña su foco eléctrico
Hacia los genitales del blasfemado séquito.

viernes, 20 de abril de 2007

Ishmael


¡Llámame Ishmael!, lo llamé Ismaelillo. ¡Llámame Ishmael!, me dijo al levantarse, siete pies por encima de mí, como una raspadura, sin forma todavía, todavía no. La columna y los huesos (un poco cenicientos) se le abultaban por debajo del pellejo, buscando su lugar, como si el esqueleto de cabillas se transparentara bajo las paredes de la torre. Un grandulón lleno de ángulos obtusos, de nudillos y vértebras. ¡Llámame Ishmael! ¡Vaya! Y a pesar de su tamaño, torre de Babel, torre del Líbano, lo llamé Ismaelillo, porque, después de todo… era un niño. ¡Mi niño querido! ¡Mi reyezuelo! Le serví de caballo, ¡de yegua! Me montó y lo monté… cabalgamos juntos por los pasillos de esta sinagoga y lo llevé a cuestas, aunque me crujía el lomo y el costillar, y él apoyaba los pies en la arena fina para no aplastarme… No convenía hacer ruido (todo sonido es sospechoso aquí) y cubrimos las losas con arena fina para mitigar el paso del niño por la sinagoga. Le escribí en la frente la palabra Verdad [escribe con el dedo en el aire] Aleph, Mum, Daleth... y mi Niño cerró los ojos para dejarse tatuar. [Le escribe en la frente, con el dedo, tres letras, que el Niño debe tener marcadas ya allí, para que aparezcan al pasarles el dedo]. ¡Supersticiones árabes! ¿Han oído hablar del genio de la lámpara? ¡Frotas y aparece!

Tselem


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Versiones del famuli (de Baal Shem) descritas por Christop Arnold (1676) siven de base al cuento de Jacob Grimm. [Si los cuentos de Grimm son la base de Disneyland entonces tenemos aquí otra vez una fantasía judaica en los cimientos de la religión de Disney]: Disney se ve a sí mismo como un Baal Shem y pinta su autorretrato en Fantasía –un super-ratón que aprende las artes del rabino. Pero el ratón no pertenece al mismo orden de criaturas que el Mago –vive en la casa del rabino, es un espíritu doméstico, y no puede menos que aprender las artes del señor de la casa. Es el rabino quien anima a los ratones y los transforma en lacayos [en La bella durmiente]. Las artes [shem hame phorash] del Nombre de Dios le permiten al Mago hacerse servir de los inquilinos de la casa, los que habitan la despensa y los rincones. En Fantasía, un nuevo desarrollo tiene lugar: el ratón animado [el super-ratón] aprende las artes de magia. Esto recuerda la posición subordinada de un hijo de Kansas City (un roedor de las praderas, of the Great Plains) con respecto a la jerarquía rabínica, y la posición del arte de la “animación” con respecto a la Ciencia Judía (Judenwissenschaft) del cine. Por cierto, representar al golem en el cine resultó ser un pleonasmo –Yorgrau dice que el cine no puede (que no es el medio idóneo para representar) el viaje en el tiempo, en Time Machine. El cine tampoco puede representar al golem pues ya la “animación” de la imagen [tselem] es golem. Golem en pantalla es doble golem, o super-golem. La posición subordinada de Disney dentro de la tradición [con respecto a Jacob Grimm, Disney es comentarista, y toda su obra midrashim, comentario de aprendiz. La representación de la bruja en su obra es el retrato de la jewess (black hair vs. goldie locks) relacionada con la representación aria del Juden, del “otro”, del extranjero]. Además, el mismo comentario disneyesco sobre las “artes de magia” alude a lo peligroso de su práctica; alude al entertatekunst, un arte degenerado. Al mismo tiempo Mickey es el Prometeo que roba el fuego sagrado de la sinagoga para entregárselo a los hombres, y el que come del árbol del conocimiento. “Animación” es aquí transgresión. La escoba y el balde aluden a los elementos agua y tierra de Abulafia.

jueves, 19 de abril de 2007

Clouds


Álbum de la Madres Cubanas, AMACÚ:

Mirror of Justice: Olga Guillot
Seat of Wisdom: Lydia Cabrera
Cause of our Joy: Celia Cruz
Spiritual Honor: Celia Sánchez
Vessel of Honor: Haydeé Santamaría
Singular Vessel of Devotion: La Lupe
Mystical Rose: Fé del Valle
Tower of David: Pura del Prado
Tower of Ivory: Uva Clavijo
House of Gold: Marta Estrada
Ark of the Convenant: Mariana Grajales
Gate of Heaven: Cecilia Valdés
Morning Star: Zoé Valdés
Health of the Sick: Ana Mendieta
Refuge of Sinners: Marta Abreu
Confort of the Afflicted: Mirtha de Perales
Help of Christians: Elizabeth Broton

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Un viejo amigo. Me lo encontré frente al Payless Shoes de la Doce Avenida, al cruzar la calle de la Firestone, carcomido de sarcoma de Kaposi, si en un tiempo ágil, apuesto y bien dotado, ahora un paria en la Calcuta de Miami. El ángulo de los escalones estaba hecho para admitirlo en su seno, cabía allí jorobado, en su escenario, en su nicho. Hablamos del pasado. De los buenos tiempos idos de Miami. De algunos episodios de nuestras vidas que nos comprometían para la eternidad. Me pidió que le trajera comida y me dio las gracias por haberlo reconocido.

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Las arenas. Como Two Brothers, los coliseos se levantan, uno frente al otro, a la orilla del puerto de mar. Dos cuencos oscuros donde corre la sangre de atletas. Besides, dice Brooks Adams en Art in America, septiembre 1998, such gleaming cubes have become modernist tropes, ideas that needen’t be inhabited.

domingo, 8 de abril de 2007

La Agricultura


La Agricultura. Martí pidió que la escuela nueva estuviera conectada a un huerto y ese programa lo implementó Fidel. Pero los estudiantes inexpertos destruyeron el huerto que era Cuba, pues no tenían ningún apego a la agricultura. La revolución es el triunfo de los estudiantes desapegados, degenerados urbanos, lumpenploretarios en su mayoría. Hasta en los pueblos pequeños, en los pueblos de campo, la juventud cubana carecía del necesario apego a la Tierra. La hortaliza china es la única instancia, que yo sepa, el único antecedente de nuestro huerto-escuela. Martí, el habanero, el newyorkino, no calculó que sus compatriotas eran tan habaneros y newyorkinos como él mismo, y más identificados con la Naturaleza del Parque Central, o del bosque de La Habana, que con el bosque de Birán. Castro y sus Escuelas al Campo demostraron la anti-Naturaleza, el desarraigo esencial del cubano. El cubano es de asfalto, y su amor, de ciudad grande. Nuestra Naturaleza era pictórica, no esencial. Nuestra Naturaleza se replegó a la pintura, y de todas las categorías pictóricas, a la pintura mala, a la pintura ilustrativa que aborrecía Bacon y que coleccionaba Rosa Guinzburg.

La Naturaleza era asunto que había pasado a segundo plano entre nosotros –segunda Naturaleza querría decir aquí, segundo plano, el de la reproducción, de la artesanía. Nada esencial nos unía a ella, (parece que fue la Tirzah de Blake), a no ser un vago paisajismo [Pesimismo]. Nuestra relación con la Naturaleza era absolutamente mental: ya el bosque había sido catalogado, y empaquetado en las botánicas para uso diario. Nadie había visto jamás una mata de abrecamino, y pocas yerbas ofrecían ejemplos vivos, ni especímenes actualizados. La revolución aceleró ese proceso: en menos de cincuenta años extinguió el caimito, el marañón y el anón. Para no mencionar la caña de azúcar. Conozco viajeros que han confesado no haber visto jamás una guanábana. La revolución aceleró el proceso civilizador al convertir los frutos en ‘especias’, en meras entelequias, en rumores literarios, en deidades de un panteón agrícola, de una mitología y de una ideología. La revolución aceleró la espiritualización de la Naturaleza, algo que ya venían haciendo los negros con su espagiria, sus Príapos y demás deidades de los jardines y los grotos.

No olvidar que el dios hebreo hace acto de presencia en un jardín, y que tras la Expulsión un ángel toma su lugar.