domingo, 8 de abril de 2007
La Agricultura
La Agricultura. Martí pidió que la escuela nueva estuviera conectada a un huerto y ese programa lo implementó Fidel. Pero los estudiantes inexpertos destruyeron el huerto que era Cuba, pues no tenían ningún apego a la agricultura. La revolución es el triunfo de los estudiantes desapegados, degenerados urbanos, lumpenploretarios en su mayoría. Hasta en los pueblos pequeños, en los pueblos de campo, la juventud cubana carecía del necesario apego a la Tierra. La hortaliza china es la única instancia, que yo sepa, el único antecedente de nuestro huerto-escuela. Martí, el habanero, el newyorkino, no calculó que sus compatriotas eran tan habaneros y newyorkinos como él mismo, y más identificados con la Naturaleza del Parque Central, o del bosque de La Habana, que con el bosque de Birán. Castro y sus Escuelas al Campo demostraron la anti-Naturaleza, el desarraigo esencial del cubano. El cubano es de asfalto, y su amor, de ciudad grande. Nuestra Naturaleza era pictórica, no esencial. Nuestra Naturaleza se replegó a la pintura, y de todas las categorías pictóricas, a la pintura mala, a la pintura ilustrativa que aborrecía Bacon y que coleccionaba Rosa Guinzburg.
La Naturaleza era asunto que había pasado a segundo plano entre nosotros –segunda Naturaleza querría decir aquí, segundo plano, el de la reproducción, de la artesanía. Nada esencial nos unía a ella, (parece que fue la Tirzah de Blake), a no ser un vago paisajismo [Pesimismo]. Nuestra relación con la Naturaleza era absolutamente mental: ya el bosque había sido catalogado, y empaquetado en las botánicas para uso diario. Nadie había visto jamás una mata de abrecamino, y pocas yerbas ofrecían ejemplos vivos, ni especímenes actualizados. La revolución aceleró ese proceso: en menos de cincuenta años extinguió el caimito, el marañón y el anón. Para no mencionar la caña de azúcar. Conozco viajeros que han confesado no haber visto jamás una guanábana. La revolución aceleró el proceso civilizador al convertir los frutos en ‘especias’, en meras entelequias, en rumores literarios, en deidades de un panteón agrícola, de una mitología y de una ideología. La revolución aceleró la espiritualización de la Naturaleza, algo que ya venían haciendo los negros con su espagiria, sus Príapos y demás deidades de los jardines y los grotos.
No olvidar que el dios hebreo hace acto de presencia en un jardín, y que tras la Expulsión un ángel toma su lugar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Lumpenproletarios, habras querido decir, malapalabrista inventor. Ay, estas maquinas...Pero ya va mejor. Esto es mas suave que el meao amarrao. Te quiero.
Por alla anda Roberto Poveda esta semana. Ayudalo en la bulla, plis.
Publicar un comentario